Ruta N.º 14.
Fecha: 12 de enero 2024.
Distancia: 14´03 km .
Desnivel: 897 m
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Nos disponemos a comenzar una ruta por uno de los lugares mas
bellos de la sierra y dispuestos a disfrutar de sus espectaculares panorámicas
y sensaciones Esta ruta la hice por primera ver hace aproximadamente 10 años
con el amigo Víctor volviéndonos sin encontrar la emblemática repisa.
Ruta clasificada como muy difícil por los grandes desniveles que hay que
salvar, siendo gran parte del recorrido fuera de caminos y sendas.
Esta ruta es solo apta para senderistas experimentados acostumbrados a
moverse por alta montaña.
Iniciamos la marcha en la trinchera, bajando por una senda en
muy mal estado, con muchas piedras sueltas que hay que esquivar.
Destaca la riqueza botánica de la zona con un bosque de encinas,
Quercus ilex, entremezcladas con las demás especies típicas del bosque
mediterráneo, como son las jaras, madroños, brezos, durillos,
cornicabras, retamas, etc
En épocas pasadas estos bosques predominaban en nuestro Parque Natural,
reduciéndose debido a la sobre explotación como combustible para leña
y carbón. Muestra de ello es que sus troncos no son muy robustos.
Lo que queda de lo que fue la Casa Forestal del Vado de las Carretas
a pocos metros del nuestro camino.
Llegamos al Vado de las Carretas y por un puente metálico
construido recientemente por la AMAYA cruzamos el rio
Guadalentín a poca distancia de su nacimiento.
Empezamos el ascenso y pasamos por las ruinas del Cortijo
de Poyo Tribardo.
Pronto el desnivel se hace notar, subiendo por una
senda estrecha, deteniéndonos para disfrutar de las
vistas del valle del Guadalentín.
Vamos dejando atrás la pendiente, rodeándonos, con
la altura, de pinos laricios centenarios , indultados por
las sucesivas cortas que en este monte tuvieron lugar.
Estos pinos fueron altamente codiciados durante la época
en que estas sierras formaron parte de lo que fue Provincia
Marítima de Segura, para la construcción naval en los astilleros y
para la implantación y mantenimiento del ferrocarril por RENFE.
Tras dejar atrás la senda, andamos por un jorro construido
por RENFE para ajorrar madera, sorprendiéndonos una
peguera en perfecto estado de conservación.
Las pegueras fueron una especie de hornos de donde se obtenía
la pez, sustancia resinosa, empleada en épocas pasadas para impregnar
el casco de los barcos, con el fin de conseguir su estanqueidad.
A unos 6 km del comienzo de la ruta, y después de ascender monte
a través entramos en la pista forestal que viene del Almiceran, pedanía
del municipio de Cazorla. Esta vía de saca fue construida en la
segunda mitad del siglo pasado por RENFE para la
explotación forestal de la madera, siendo una de las mas
recónditas de la sierra. Hoy estas vías son utilizadas por los guardas,
cazadores, retenes de incendios, senderistas, etc.
Una maravilla de camino por donde pisamos, transcurre por
una explanada con ejemplares de laricio de
gran tamaño.
Abandonamos el camino y andamos por una zona bastante perdida
con grandes socavones y a pocos metros damos con la cueva de
los maquis. Una vez dentro de la cueva y dada su ubicación no es difícil
pensar en las fatigas y sufrimientos que pasaron aquellas personas
que por ideales opuestos al régimen no les quedó mas remedio
que echarse al monte para intentar salvar la vida.
Esta cueva sirvió de refugio a 9 guerrilleros combatientes contra el
régimen de Franco. Estos formaban parte de la partida
de Pablo "el de Motril", llegando a esta sierra a finales
de 1951 huidos de la represión.
Uno de estos guerrilleros fue Manuel Calderón Jiménez de
30 años de edad, conocido como "Ramiro", que llegó a ser el
lugarteniente de "Pablo", siendo abatido por las fuerzas del régimen
el 28 de febrero del año 1952, después de 14 años de lucha clandestina,
y enterrado en el "corralillo de los ahorcados" del cementerio de Quesada.
En esta fosa común, se enterraba a niños sin bautizar, suicidas,
ateos, entre otros, todos considerados como no
dignos de mezclarse con los creyentes. El resto del grupo, los que no
consiguieron alcanzar el exilio, fueron también abatidos.
Tras 7´5 km llegamos a la esplanada del ultimo maqui, situada
a pocos metros de distancia de la cueva, y lugar desde donde se domina el
barranco del Guadalentín, y desde donde estos guerrilleros posiblemente
controlarían la proximidad de las tropas que perseguían su captura.
Desde esta esplanada, a modo de mirador, se domina todo el
barranco del Guadalentín, el calar de Juana, cabañas y la
desembocadura del arrollo Gualay en el mismo.
También nos alcanza la vista para ver la Nava de San Pedro y sus
proximidades. Al Norte y desde este mirador, también podemos ver
la loma del caballo de Poyo Manquillo y la zona alta de Fuente Acero.
Y por fin después de un rato de cresteo sinuoso por el filo del
desfiladero desde la explanada, llegamos a la Repisa de los torcales
del Lobo, objetivo principal que perseguimos al hacer
esta ruta. El capricho de la naturaleza
ha esculpido en la vertical de la montaña un paso estrecho,
conociéndose como Tranco del Lobo, uno de los sitios mas bonitos,
emblemáticos y espectaculares de la sierra. Este lugar no es apto
para los quetenga vértigo, al ser un sitio peligroso donde hay que
extremar las precauciones,
Nos disponemos a entrar en la Repisa desafiando un
tanto al vértigo, no queremos marcharnos del lugar sin
recorrer su trazado.
El fotogénico de Ángel en la entrada a la Repisa, me
comenta que estuvo aquí hace unos años con el amigo
Antonio López cuando estaba todo nevado, toda una
experiencia muy arriesgada.
Ya tengo foto para mi perfil, a pesar de mi vértigo
logro sobreponerme y disfrutar del lugar. Esta ruta
pasara a la historia y la recordaremos el resto de nuestra
vida.
Marta nos acompaña y sorprendentemente ha llegado
aquí sin apenas dificultad a pesar de los kilómetros recorridos
y el desnivel acumulado. También muestra su sorpresa ante el
espectáculo natural.
La Repisa rodea toda la montaña y a pesar del vértigo,
se cruza sin grandes dificultades.
Sorprendidos, recorremos varias veces su trazado,
no pudiendo parar de hacer fotografías.
Rodeamos la montaña y nos encontramos con otra
maravilla natural del lugar. En este caso la Cueva
del Arco. Impresionante formación de piedra.
Ángel haciendo gala de sus dotes fotográficas
se introduce en la cueva haciendo esta gran
foto. Me recuerda a otra cueva de esta sierra
que visite la primavera pasada, me refiero
a la Cueva de las Grajas. A partir de ahora, confiando
en que lo que nos queda no será para tanto, en lo que
a desnivel se refiere, decidimos continuar la ruta sin
retroceder.
A pocos metros de la cueva, iniciamos el vertiginoso descenso por el
barranco del Guadalentín. Al fondo del todo quiere distinguirse el
cauce del rio. Nos encontramos rodeados de un tupido bosque de arces,
pinos laricios y quejigos.
A pesar de su gran desnivel, podemos avanzar sin grandes
dificultades gracias a que el manto vegetal del lugar, amortigua
nuestra zancada. Se aprecia una especie de camino por donde
ha debido de transitar otros senderistas aguerridos.
Marta ante una encina centenaria que predominan
salpicando la pendiente. Estamos en el Prao la Misa,
y muy cerca se encuentra la C.F. del Barranco del Guadalentín
siguiendo nuestra marcha sin conseguir dar con ella.
Desgraciadamente por el escaso caudal de agua
cruzamos el rio sin dificultad
Un vadeo del rio, recuerdo la primera vez que pase por el
lugar con el amigo Víctor, su mujer Reyes, y Marcos, hace
aproximadamente 25 años, visitando el cortijo de la finca
situado rio arriba. Por entonces la pista forestal que nos lleva
hacia el Vado de las Carretas se cortaba unos metros mas abajo,
teniendo que sortear las piedras del rio para pasar.
Acortamos con dirección a los Cortijos del Vado de las Carretas,
en menos de media hora tenemos que estar en la Trinchera con
ganas de llegarnos por lo del Cabrero y degustar unas chuletas
de cordero. Antes de llegar a su fin, echo de menos la visita del
quebrantahuesos en las alturas, llegando tarde a su cita al final se
deja ver a lo lejos encima de los Torcales del Lobo. Este buitre
recibe su nombre por su habilidad para elevar los huesos de los
restos de animales y soltarlos para partirlos e ingerirlo y así
alimentarse.
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